Leyendas y Tradiciones, Praga

La Leyenda Eslava de la Guerra de las Mujeres


Las leyendas de Praga son muy conocidas entre los checos y checas. La Princesa Libuše es una de las preferidas, su referencia está en la Fortaleza de Vysehrad y cuenta con varios escritos que narran hechos a lo largo de su reinado. Con sus dotes clarividentes, visionó una bella ciudad repleta de riquezas que se extendería a lo largo del río Moldava, y así nació, la bella Praga. Admirada por las mujeres durante su gobierno, pero cuando este finalizó tras su muerte, las mujeres del reino vieron como su vida cambió, perdieron el respeto de los hombres y tomaron una decisión, luchar!

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Estatua de Sarka y Ctirad en la Fortaleza de Vysehrad

Tras la muerte de la Princesa Libuše nace la leyenda de la Guerra de las Mujeres

Las viejas leyendas checas narran que después de la muerte de la princesa Libuše, las doncellas de su comitiva veían que ya no eran tan respetadas como en vida de su señora. Recordaban, afligidas, el tiempo, cuando su señora gobernaba al país y a todos los varones. La cólera de las jóvenes crecía al ser éstas objeto de burlas de los hombres.

Impulsadas por el deseo de poder y por la sed de venganza, las muchachas empuñaron espadas y arcos, lanzándose a una implacable guerra contra los hombres. Por orden de su jefa, la combativa Vlasta, edificaron el fuerte castillo de Devín, frente al castillo de Vysehrad, en la margen opuesta del Vltava, en Praga.

Inmediatamente salieron las emisarias de Vlasta, exhortando en todo el país a las muchachas y a las mujeres a acudir a Devín y a luchar contra los varones para que las mujeres volviesen a gobernar el país y los hombres las sirvieran. Las mujeres obedecieron al llamamiento y en el castillo de Devín empezaron a ejercitarse en el manejo de armas.

Los hombres decidieron tomar el castillo de las mujeres pensando que sería una empresa fácil y que éstas se pondrían en fuga con sólo avistar el brillo de las espadas.

La hueste femenina salió del castillo de Devín y Vlasta arengó de esta manera:

“¡Si nos dejamos derrotar, los varones se burlarán de nosotras, nuestra condición será peor que la de unas esclavas! ¡Mejor perecer que entregarse a merced de los varones!”

Vlasta agitó la lanza y la hueste de las guerreras a caballo se lanzó al combate.

Las flechas de las guerreras cayeron sobre los varones como una lluvia. Trescientos hombres quedaron muertos en el campo de batalla, los demás se echaron a la fuga.

Los enfrentamientos entre hombres y mujeres se prolongaron por largo tiempo. A veces, las mujeres echaban también mano de ardides y trampas. En una emboscada encontró su perdición el valiente hidalgo Ctirad, engañado por la seductora Sárka. La trampa fue preparada por la sanguinaria Vlasta que odiaba ferozmente al hidalgo Ctirad ya que éste era el que había matado el mayor número de guerreras.

Un día de verano, Ctirad iba a caballo con sus hombres armados al castillo de Praga. De repente escuchó el llanto de una mujer y buscó su origen. La escena que Ctirad y sus hombres avistaron los dejó estupefactos: una hermosa joven estaba atada con sogas a una vieja encina. El pelo suelto le caía sobre los hombros de los que colgaba un cuerno de caza. Era Sárka.

La muchacha imploró a los jinetes que la desataran. Ctirad, apiadado por el ruego de la hermosa joven, olvidó toda precaución. Bajó del caballo y cortó las sogas que ataban a la joven.

Ctirad no sospechó que Sárka perteneciera a las huestes de Vlasta. Confiado escuchaba la charla de la muchacha. Ésta le contó que había sido atada al árbol por las guerreras de Vlasta. Como burla, las guerreras dejaron a sus pies una botella con hidromiel que ella no podía alcanzar.

Ctirad le pasó la botella, la muchacha bebió y también el joven tomó un trago. Ctirad escuchaba embelesado la melodiosa voz de la muchacha. La joven dijo que desearía escuchar el sonido del cuerno de caza que le habían colgado sobre los hombros sus raptoras. Ctirad tomó el cuerno y tocó.

Unos instantes después se escuchó un salvaje alarido. Al claro del bosque, donde Sárka charlaba con Ctirad y descansaba sobre la hierba el séquito del hidalgo, irrumpió una cohorte de mujeres armadas.

Las guerreras aprisionaron a Ctirad y mataron a sus hombres. Con feroz alegría, llevaron a su prisionero al castillo de Devín. Allí torturaron a Ctirad hasta la muerte. Los hombres enfurecidos por la muerte del hidalgo derrotaron a las mujeres en una encarnizada batalla. El poder de los varones volvió a ser restaurado.

(Fuente: Český rozhlas)

Otra gran Leyenda de Praga, ¿te ha gustado? con que me leas es suficiente pero si te animas puedes dejar un comentario, dar un aplauso, valorar con las estrellitas o compartir, o simplemente volver a leerme!

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